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Cannes: Alfombras, fatiga y fiesta

La edición de 2025 nos recordó que incluso en el pináculo del lujo, hay costos humanos reales
Foto: Ulises Carrillo

El Festival de Cannes, un nombre que evoca glamour, cine de autor y controversia, es mucho más que una simple sucesión de estrenos. La edición de 2025, con sus estudios sobre la fatiga que afecta a periodistas y asistentes, nos recordó que incluso en el pináculo del lujo y la celebración, hay costos humanos reales. Para comprender plenamente la singularidad de Cannes, debemos explorar su rica historia, sus momentos de escándalo, sus leyendas y, sobre todo, su capacidad para reflejar los cambios del mundo.

Nacido en 1939 como un acto de desafío a la influencia fascista en el Festival de Venecia, Cannes se erigió como un faro de libertad y diversidad cultural. La Segunda Guerra Mundial truncó su inicio, pero resurgió en 1946 como un símbolo de esperanza en un continente devastado. Desde entonces, ha sido cancelado en contadas ocasiones, demostrando su vulnerabilidad ante crisis globales, pero siempre regresando con renovada fuerza.

La icónica alfombra roja de Cannes, extendiéndose por más de dos kilómetros y renovada tres veces al día, es un escenario cuidadosamente orquestado. Más que un simple pasillo para las estrellas es un espacio donde cada detalle, desde el diseño del vestido hasta la postura, es analizado y juzgado. Este rigor por la apariencia al vestir ha generado polémicas, como la controversia de 2015 cuando mujeres fueron excluidas por no usar tacones, desencadenando protestas y un debate global sobre sexismo en la industria. La respuesta de Julia Roberts al año siguiente, caminando descalza en la alfombra roja, se convirtió en un símbolo de rebeldía contra los cánones impuestos.

Por otra parte, sus fiestas privadas han pasado a la historia, una de las más recordadas es la que organizó la revista Vanity Fair en 1992, en la que se reunieron algunas de las mayores estrellas del cine de la época, como Sharon Stone, Robert De Niro y Madonna. La fiesta, que se celebró en un castillo medieval a las afueras de Cannes, se prolongó hasta altas horas de la madrugada y estuvo repleta de champán, caviar y música en vivo.

Otra fiesta legendaria fue la que organizó el diseñador Roberto Cavalli en 2008, que contó con la presencia de celebridades como Beyoncé, Leonardo DiCaprio y Eva Longoria. La fiesta, que se celebró en un yate de lujo anclado en la costa de Cannes, se convirtió en un desfile de moda improvisado, donde las estrellas lucieron sus mejores galas y disfrutaron de una noche de música y baile.

En momentos de agitación social, como en 1968, Cannes ha sido un reflejo del mundo exterior. Las protestas estudiantiles y obreras irrumpieron en el festival, con cineastas como Godard y Truffaut exigiendo su cancelación en solidaridad con los manifestantes. Este acto demostró el poder del cine como herramienta de protesta y la capacidad de Cannes para trascender su función como escaparate del glamour.

A lo largo de su historia, Cannes ha sido un espacio de encuentro para cineastas de todo el mundo, pero también ha sido un escenario de controversias cinematográficas. Películas como La Grande Bouffe, Antichrist o Taxi Driver han dividido al público y a la crítica, generando debates intensos y demostrando el poder del cine para incomodar y desafiar las normas establecidas. Sin embargo, aun en la fatiga, la pantalla de plata manda y ordena coincidir de nuevo en el 2026. 


Edición: Estefanía Cardeña


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