Quintana Roo > Fauna nuestra
Miguel Améndola
25/07/2024 | Tulum, Quintana Roo
Nombre científico: Coleonyx elegans.
Dieta: Arañas, cucarachas, algunos escarabajos y ciempiés.
Localización: En México, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Veracruz, Chiapas, Oaxaca e incluso hasta Michoacán y Nayarit, así como Guatemala y Belice.
Tamaño: Hasta 20 centímetros.
Hábitat: Cuevas, lugares húmedos, oquedades y construcciones viejas.
La cuija yucateca (Coleonyx elegans), de la familia de los gecos, ha sido castigada por una creencia equivocada de que es una especie venenosa, informó Cristóbal Carrión, biólogo y maestro en ciencias.
El especialista comentó que este reptil también es conocido como cuija manchada o cuija de bandas, son muy domésticos y están en constante convivencia con los humanos, principalmente por las noches.
Mencionó que se les puede ver alimentándose de insectos como arañas, cucarachas, algunos escarabajos y ciempiés, buscan sitios de humedad o pueden encontrarse en los suelos.
Son reptiles y su piel está manchada: tienen patrones, texturas y colores llamativos y muy similares a los de las serpientes. “Estos gecos son totalmente inofensivos, como todos gecos”, destacó el experto.
Manifestó que la sociedad desconoce que este animalito cumple con una función de equilibrio de la naturaleza, porque además controla la proliferación de otros insectos invasores de las casas. Apuntó que la convivencia en domicilios es justamente por el uso de su hábitat natural.
“Muchas personas creen que en particular este Coleonyx elegans es venenoso, lo cual es totalmente un mito porque no es venenoso, por el contrario, puede ayudar a controlar algunas plagas de insectos”. remarcó.
Dijo que su distribución es muy amplia, porque prácticamente se le puede ubicar en México en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Veracruz, Chiapas, Oaxaca e incluso hasta Michoacán y Nayarit, así como Guatemala y Belice.
Detalló que pueden llegar a medir hasta 20 centímetros cuando son adultos, mientras que su cola llega a tener el mismo tamaño de su cuerpo. Su físico se marca por unos brazos largos, delgados y delicados que terminan en uñas retráctiles, tiene ojos grandes, pupila elíptica y párpados móviles, además de escamas de cabeza y cuerpo granulares.
Estos animalitos cuando se sienten perseguidos, bajo amenaza o son atrapados por algún depredador, pueden soltar su cola de tal forma que esta extremidad con algunos movimientos puede distraer al atacante y permitir a la especie escapar. En caso de mutilación de su cola, ésta puede regenerarse, pero pierde su fuerza y componentes originales.
Viven en cuevas, en lugares húmedos, en oquedades, construcciones viejas, áreas rocosas, grutas, cenotes o incluso en los domicilios de humanos. Es una lagartija nocturna que se encuentra principalmente en árboles huecos, debajo de rocas y troncos de árboles caídos.
Desde el año 2010 este ejemplar forma parte de la NOM-059-SEMARNAT-2010, que la ubica como una especie amenazada, mientras que la UICN 2019-1 la clasifica como de “preocupación menor” por su amplia distribución, abundancia y tolerancia a la perturbación de su hábitat, aunque no existen programas específicos para su protección o repoblación.
Cristóbal Carrión apuntó que se necesita informar a la población que esta especie no es venenosa y es justamente la urbanización e ignorancia de las personas lo que está acabando con ella.
Foto: Marco Zozaya
Recomendó a las personas no dejarse llevar por su apariencia, que es llamativa y puede confundirse con otros reptiles. Otra característica de esta lagartija, mencionó, es que como otros gecos hace sonidos peculiares que usa para aparearse.
Datos recolectados por científicos entre 2017 y 2020 permitieron generar un mapa de distribución de esta especie, con los rangos y registros conocidos, describiendo dos nuevos registros y sugiriendo una extensión del área de distribución.
Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!
Edición: Estefanía Cardeña