Ante escasez de especies, pescadores han optado por criaderos en Celestún

Hay que sembrar, para que haya más población de peces, indica Ricardo Novelo, de la Federación de Cooperativas Pesqueras
Foto: Fernando Eloy

Especial: Los frutos del mar

Cuando tenía 14 años, José Ricardo Novelo Chac acompañó a su hermano al mar, para pescar en su natal Celestún. Ahí se enamoró: le fascinaba la tranquilidad, el aire puro, el sonido de las olas, no había el caos y contaminación de las ciudades. En ese momento, decidió que sería pescador. 

No obstante, con el paso de los años ha visto cómo las especies del mar han disminuido, ya sea por la caza furtiva o el cambio climático. Por ejemplo, cuando empezó en esta labor pescaba hasta 400 kilos de mero al día, sine magro hoy en día apenas pescan unos cuatro. 

Pero no se da por vencido, “aunque las olas lo golpeen”, mantiene una actitud positiva, expresa Novelo Chac. “Para mí, la pesca es algo maravilloso, cuando está bueno el tiempo no es un trabajo es una diversión”, indicó. 

 

Foto: Fernando Eloy

 

No sólo tiene amor por el mar, sino también un respeto conmensurado, “porque cuando el mar está ‘bravo', hay que tener cuidado, ya que se puede experimentar el sufrimiento”. 

“Hemos perdido a varios compañeros que se han ido, les ha agarrado la tubulada, el mal tiempo, está bravísimo el mar, se han perdido, han desaparecido…hay que tener un respeto”, señaló. 

Ante la pobreza de especies, desde hace dos años, junto a los integrantes de la Federación de Cooperativas Pesqueras y Acuícolas y de Servicios Turísticos en Celestún, han creado criaderos de varias especies. “Ya no sólo basta con salir a pescar, hay que sembrar, hay que criar especies para que haya más población”, indica el pescador con más de 30 años de experiencia. 

 

Foto: Fernando Eloy

 

Hace dos años, Ricardo Novelo está lleno de frustración e impotencia, todo al mismo tiempo, pues vio cómo la naturaleza, el agua, se llevó meses de trabajo. Las lluvias que trajeron las diversas tormentas y huracanes que azotaron al estado en 2020 ocasionaron que perdiera mil toneladas de sal que había cosechado para vender.  

Esta es una de tantas opciones ante la baja demanda de pesca. Este año, no inició con optimismo, pues a la fecha no ha podido salir a pescar por el mal tiempo y los frentes fríos.  

Con nostalgia, recuerda los años de bonanza de la pesca, cuando abundaba. “Tirabas tu anzuelo venía uno tras otro, agarrabas lo que querías, descansabas y vuelves a pescar, comías y le seguías dando”, comentó. 

Antes, precisó, llegaba a pesar hasta 400 kilos un día, pero hoy apenas y llegan a cuatro kilos de mero. “Sólo agarrar para comer, nada más”, indica. 

Para Novelo Chac hay muchas factores para la escasez de especies, el principal es el ser humano, pues sus acciones inconscientes han ocasionado el cambio climático; aunado a esto, es el furtivismo que no ha sido atendido en la costa; también, cada día son más embarcaciones que se dedica a la pesca. 

 

Refugios pesqueros

Los pescadores de Celestún han encontrado una solución, los refugios pesqueros. “Antes no ponías nada al mar, pero ahora hay que empezar a sembrar”, subraya José. Es decir repoblar las especies marinas, donde albergan mero, pepino de mar, rubia, canané, pulpo, entre otros.  

No han podido avanzar mucho pues lo hacen con sus propios ingresos, por lo que necesitan apoyo de los gobiernos estatales, federales y municipales para no dejar morir a los hombres y mujeres del mar. “Vamos muy lento, muy lento”, afirma resignado. Insiste en que falta recursos y apoyos para poder cuidar estas especies. 

“Uno tiene que sembrar ahora, como en el campo, quieres cosechar, tienes que sembrar, antes ibas y pescaba y ya, hay que sembrarle al mar; hacer rebosamientos, arrecifes artificiales ”, manifestó.  

 

Foto: Fernando Eloy

 

Además de esto, los pescadores buscan otras alternativas para poder subsistir, desde trabajar como albañiles, la construcción y la producción de sal, de suma importancia porque se extrae para vender en los meses críticos del puerto, cuando hay veda, pero al perder la cosecha se ven afectados más de 2 mil pescadores y sus familias, Hoy en día tiene más de 15 charcas salineras. 

Al año, si el tiempo es bueno, producen alrededor de 40 mil toneladas de sal, para dar empleo a más de 2 mil personas durante cinco meses, que dura la temporada.  

A pesar de este panorama que pareciera ser desolador, no se desanima, no puede, pues de eso depende su familia y sus amigos. “Tenemos que ser positivos y ver hacia adelante”, indica con optimismo.

 

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Edición: Laura Espejo 


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