Opinión
La Jornada Maya
27/08/2024 | Mérida, Yucatán
De visita al Senado de la República, a donde acudió para registrarse como próximo senador por el Partido Acción Nacional (PAN), el todavía mandatario local fue entrevistado por la prensa capitalina y ahí anunció su intención de separarse de la gubernatura incluso dando a entender que la solicitud de licencia es un mero trámite para el cual no necesita esperar la decisión del Congreso del estado.
“Pido licencia, tomo posesión como senador y ya nos quedamos en el Senado”, fueron las palabras con las que definió su plan inmediato a los reporteros que lo abordaron en la casona de Xicoténcatl.
Dicho de otra forma, Vila Dosal evitará aparecer públicamente en Yucatán, y específicamente en Mérida, a partir de hoy. Una vez concluida la gira de despedida por los municipios del estado, con visita a 140 centros de salud remodelados, pareciera que para los yucatecos no quedará otra que un mensaje de despedida a través de las redes sociales.
El modo de dejar el cargo dice mucho acerca de quien, durante prácticamente todo su sexenio, fue el gobernador mejor evaluado del país y que deja detrás de sí, en números, un estado con varios primeros lugares que en verdad resultan envidiables; estamos hablando obviamente de la
percepción de seguridad, pero también de
crecimiento económico después del confinamiento al que obligó la pandemia de Covid-19, en
atracción de inversión extranjera directa, y con varias distinciones en materia de turismo.
El principal motivo para dejar la gubernatura de esta forma es porque el trabajo en el Congreso de la Unión ya apremia. Con la reforma al Poder Judicial en marcha, ya con el dictamen de aprobación en lo general preparado en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara Baja, es prácticamente seguro que Vila Dosal, una de las pocas cartas fuertes que le quedan al PAN, tendrá algún papel protagónico desde la oposición y requerirá del tiempo suficiente para analizar no sólo esta iniciativa, sino las demás que componen el “Plan C” del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La interrogante es si el gobernador que obtuvo estos logros pierde capital político al entregar el cargo a quien será su sucesor, Joaquín Díaz Mena, Huacho, quien no sólo compitió contra él en 2018, sino que milita en un partido distinto al PAN. De primera impresión resultaría todo lo contrario, pues la ciudadanía podría interpretar que, al asistir a la ceremonia de entrega, el mandatario saliente adquiere un aura de demócrata consumado y respetuoso de la vida institucional. Pero al recalcar que “sólo tomo posesión y nos quedamos en el Senado”, pareciera que existen otros motivos para salir de Yucatán lo más pronto posible.
La imagen que se crea para el próximo 1 de octubre, cuando deberá celebrarse el cambio de gobierno, es que lo más probable es que Vila Dosal se encuentre como invitado, pero no será él quien entregue la administración, sino la secretaria general de Gobierno, María Fritz Sierra, quien para esto mejor debió haber sido nombrada gobernadora interina en lugar de encargada del despacho.
Pero también es altamente probable que la jornada del 1 de octubre esté diseñada como una fiesta del gobernador entrante, por lo que la presencia de la militancia morenista será dominante. En un ambiente como tal, asistir sería exponerse innecesariamente a reproches que, por cierto, son instigados también desde adentro del PAN por haber “entregado la plaza”. Si la opción que queda es salir en silencio, esto será hasta elegante.
Edición: Fernando Sierra