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Nostalgia de una niñez sin pandemia

Especial: Vivir jugando, por el Día del Niño
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

-¿Por qué lloras, Caro?

-Es que extraño ir al teatro, quiero ir a ver Coco, pero no podemos porque hay coronavirus.

Para entonces, en 2020, en el pico de contagios por coronavirus (Covid-19), Caro, mi sobrina tenía tres años y contemplaba el triste panorama tan claro a causa de la pandemia, misma que le arrebató el sabor y la experiencia de contar con su primer día de clases en el preescolar de forma presencial, por ejemplo.

Es una niña amada y de eso no me queda duda, sonríe feliz y juega todo el día con su mamá y su papá, Omar y Dany, personas admirables que considero están haciendo bien su chamba.

Cuando viene a casa juega sin parar y me gusta verla bailar; hace poco me pidió hacer un split y bueno, no, no pude.

Pero hablo de Caro porque es mi más cercano ejemplo de caso de una niña creciendo en medio de una pandemia, una que hasta hace poco no le permitía visitar los juegos infantiles que están cerca de su casa.

Esto me lleva a pensar en mí de niña y no puedo negar que en esa etapa de mi vida hubo momentos complicados, pero nada como una pandemia.

Quizá hubo por periodos ausencia de lo que hoy entendemos por lujos, pero eso sí diversión, risas, gritos y rodillas raspadas en aquella cuadra a medio pavimentar, estaban a la orden del día.

Tuve una infancia feliz, libre y sobre todo, libre de Covid-19. 

Mi mejor amigo de entonces, Raúl, de pequeño era un nene con unos pómulos hermosos y una sonrisa gigante. 

Saliendo de la escuela, él se iba a casa; en ocasiones comía con mi familia, hacíamos tarea y ahora sí, ¡a jugar!

En la calle ya nos esperaban nuestras amigas Liliana, Adriana, Aura, Charito (a quien perdimos en la etapa de post adolescencia a causa de un accidente automovilístico) y también estaban los chicos Aitofel, Licho, El gordo y Nico, el niño simpático que llegaba de visita.

Nuestra cuadra, aquella llamada Miguel Hidalgo, en la colonia del mismo nombre en Villahermosa, Tabasco, era mágica entre las 5 hasta las 7 de la tarde y  los viernes si nos iba bien, hasta las 8 de la noche.

Jugábamos al toca toca, juego que en Yucatán le llaman busca busca y consiste en persecución constante, también nos aventurábamos a las escondidas y era sensacional porque nos ocultábamos entre los rincones de pasillos de las casas y eso no lo hacía fácil.

No todos llegaron a juguetes, así que quienes teníamos, aprovechábamos el momento de ser las almas más nobles y compartíamos, de modo que nos turnábamos para hacer carreras en las bicicletas o en el caso de los patines, a veces los usábamos entre dos personas, o sea, cada uno se ponía uno en un pie y hacíamos competencias.

Pero lo más que disfrutábamos era jugar a la casa del terror. La sede era la casa de doña Imelda, pues estaba a medio construir y era lo máximo: hacíamos tres bloques, quienes se escondían para ser los monstruos, fantasmas o personajes que asustaran; otro más era el de los valientes que entrarían a la zona de miedo y el tercero ocupaba el puesto responsable de ser guía.

Quienes ingresaban llevaban los ojos vendados, por lo tanto en fila y tomados de la mano, éramos guiados por alguien más y ya estando dentro, los responsables de asustarnos, nos tocaban las rodillas, brazos, cabeza y espalda, obvio gritábamos a cada momento.

Hubo un juego que también inventamos según nosotros y le llamamos ¿Quieres esto? y consistía en vendarle los ojos a alguien y entonces le preguntábamos al azar qué quería y las opciones eran castigos o sorpresas gratas, pero eso sí, siempre fue divertido; algunas veces fuimos crueles como todo niño o niña y ahora, en la adultez, pedimos perdón por eso.

Y es así que ahora, frente a esta vida adulta me pregunto ¿cómo juega la niñez en medio de una pandemia? 

De acuerdo con datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), tan sólo la reducción en los ingresos entre marzo y julio de 2020, afectó a 7 de cada 10 de los hogares con niños en México.

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim)  analiza que la niñez tuvo impacto en cuanto a la educación y hubo incremento de la violencia durante la crisis sanitaria.

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-U péektsilta’al úuchben báaxalo’ob ti’ paalale’, jump’éel bix u kuxkíinsa’alo’obi’

-U paalalo’ob kaaj, láayli’ u yi’inajilo’ob le lu’uma’

-Día del Niño: Cinco principios para proteger las infancias

 

Edición: Ana Ordaz


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