No existe teatro sin actores, público ni escenario: Didier Caballero

27 de marzo: Día Mundial del Teatro, el espejo roto

Las butacas de los teatros permanecen vacías a causa del Covid-19, pero los actores luchan constantemente por mantener la actividad y regresar a escena cuando el semáforo epidemiológico lo permita. Tal es el caso de Didier Caballero, quien reconoció que el último año ha sido difícil y el reto principal al que se han enfrentado es retener lo que se concibe como teatro. 

“Eran reuniones físicas. El actor vive de relacionar su entorno para luego plasmarlo en escena. El teatro es una comunión, un grupo de personas trabajando con un fin, dialogando no sólo en el escenario, detrás de él, debajo de él, en todos los sentidos de la construcción escénica. Es una comunión con el público; no existe teatro sin actores, sin público y sin escenario que se hagan presentes”, opinó. 

La realidad, agregó, es que cuesta trabajo imaginar que el teatro pudiera desaparecer tras la incertidumbre que genera esta pandemia. “La fortaleza y variabilidad del virus nos mantienen a la expectativa y, por otro, lado los teatros cierran, unos para ya no volver; espacios que no verán luz, ni actores, ni público”, lamentó. 

La pandemia, dijo, ha obligado a una restructura del hombre, un cambio, y quizá el teatro advierte de otros riesgos: de perder la comunicación, olvidarse del diálogo, del público que aplaude y que se emociona junto con ellos. O también podría existir la posibilidad de que el teatro esté a la espera, en un lugar desconocido, paciente y seguro, de que tarde o temprano se rencontrarán. 

Didier es licenciado en teatro por la Universidad Veracruzana, originario de Oaxaca, integrante del proyecto Identidad Teatro, que construye un recinto cultural llamado La Carpita Teatro desde 2013, un espacio que apenas hace unos meses anunció el cierre de sus puertas, al menos temporalmente. 

Actualmente también se dedica a la docencia en un colegio de nivel medio superior y durante los últimos 15 años ha combinado su trabajo actoral como artista de circo presentando espectáculos para hoteles. 

“He dirigido desde el mismo año (2013) a la compañía de La Libélula, que pertenece al mismo proyecto. He actuado bajo la dirección de diferentes directores en diversas obras de teatro y circo”, contó. 

Didier llegó en marzo de 2005 a Quintana Roo, en busca de una mejora económica; originalmente pensó en quedarse un par de años, “pero aquí sigo después de este tiempo y tantas experiencias nuevas”. 

El futuro inmediato del teatro, reconoció, es incierto, por lo que lo único que queda es prepararse, “registrar lo vivido, ser memoria de lo acontecido, leer y escribir, entrenarnos, acompañar a los que empiezan con la inquietud de saber lo que es el teatro, compartir recuerdos y proponer (...) Proponer que el teatro es el espacio donde recordar lo que significa ser humano. ¿A largo plazo? Tener fe”.

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Edición: Emilio Gómez