Mujeres trans de comunidades indígenas viven doble discriminación

Especial Día de la visibilidad trans: Anhelo de igualdad         

Las mujeres trans, originarias de comunidades indígenas viven doble discriminación, por ser trans y ser indígenas y con ello están fuera del paradigma binario que implica que en la sociedad sólo debería haber hombres y mujeres, además que en estas zonas impera el machismo en los líderes comunitarios, de acuerdo con Beth Sua De Gyvez Gallegos, directora de Amaruss Guendanavanii Ixtepec A.C.

Para 2019, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) registró que Yucatán se encontraba dentro de las 10 entidades con mayor índice de discriminación y algunas razones detectadas fueron a causa de la identidad sexual, nivel socieconómico, apariencia en la vestimenta, ser persona con discapacidad, ser indígena y hablar maya, así que las mujeres trans de comunidades indígenas, al reunir dos de estos signos, son discriminadas doblemente.

Arianne Kin tiene 28 años, es mayahablante y habitante de Halachó; confesarse como una mujer trans es un reto, dentro y fuera de su comunidad.

“He sufrido discriminación de todo tipo, me ha tocado que me llamen ‘la pueblerina’, ‘la chocholina’ y de otras maneras, seguro para hacerme sentir mal, pero he aprendido a no hacerles caso”, compartió.

Las mujeres como Arianne viven la discriminación en zonas en las que ya de por sí algunas personas subordinan a quienes tienen raíces indígenas y en su caso, lo ha vivido cuando ha estado en Mérida.

Además, enfrentar el estigma social de las personas de su comunidad no es cosa fácil.

La joven compartió que desde pequeña usaba la ropa de su madre a escondidas y justo cuando fue descubierta, el primer rechazo vino de su familia.

“Mi mamá es una mujer tradicional, así que para ella fue muy difícil aceptarme. En el pueblo hay mucho machismo, hay hombres antiguos que traspasan su costumbres y tradiciones a la familia y es por eso que todas las personas ven mal a las mujeres como nosotras”, relató. 

A ella, en un sinfín de ocasiones la han invitado a retiros espirituales relacionados con la religión que más ejercen en la zona, con el fin de que ‘se convierta’ y regrese a su masculinidad, ofertas que por supuesto ha rechazado.

Las mujeres trans que viven su identidad de género a todas luces en comunidades indígenas suelen ser rechazadas por los líderes comunitarios y, por ende, la mayor parte de la población sigue este ejemplo.

No obstante, hay casos como el de Alicia, habitante de Motul, quien ante todo tipo de discriminación se ha vuelto más fuerte.

“Vivo en Santa Cruz, soy la única mujer trans en mi comunidad y me siento orgullosa porque he tenido el valor de ser quien soy, aunque al inicio hasta mi propia familia me criticaba”, recordó.

A sus 29 años recuerda que a quien le costó mucho más trabajo aceptarla fue a su papá, pues en la comunidad todos los hombres deben de ser el estereotipo de hombres fuertes, jefes de familia y líderes, con los rasgos machistas correspondientes.

“En las comunidades somos discriminadas por hombres y mujeres por igual, pues todas son familias tradicionales”, agregó.  

Al respecto, Beth Sua De Gyvez Gallegos, directora de Amaruss Guendanavanii Ixtepec A.C. activista en la región de Oaxaca y que colabora de manera directa con las activistas yucatecas Muñeca Aguilar, de Comando Trans y Abigail Trillo, de Yucatrans, opinó que es trabajo arduo el que se realiza en las comunidades originarias con relación a la visibilidad trans.

La activista que se ha involucrado en la lucha por el respeto de los derechos humanos de las mujeres trans que habitan en zonas indígenas, explicó que  la discriminación hacia ellas es consecuencia de que la sociedad piensa de manera binaria, es decir, encasillan a los géneros en ‘hombre’ y ‘mujer’.

A partir de ahí, tanto hombres y mujeres son asignados en roles en las áreas de trabajo, educación y formación familiar.

“En las comunidades es muy claro que las personas piensen en que los hombres deben hacer trabajos duros y las mujeres únicamente los que tienen que ver con el hogar”, apuntó.

A partir de ahí, en comunidades indígenas, las mujeres trans se involucran en trabajos textiles y artesanales y cuando la sociedad de la comunidad es muy estricta hasta el punto de no permitirles que ocupen estos espacios, son rezagadas hasta que la única opción que les queda es el trabajo sexual. 

“En los pueblos indígenas no hay un enfoque con estructuras e incidencias políticas que vayan dirigidas hacia personas trans, o sea, hay políticas a favor de habitantes de pueblos indígenas, pero no nos toman como grupos vulnerables dentro de las mismas comunidades”, indicó.

Resaltó que la doble discriminación que viven las mujeres trans en estas zonas, en efecto, es doble a la que vive una persona de la comunidad indígena cisgénero (aquella que sí se identifica con el género que le fue asignado al nacer).

O bien, en las ciudades, las mujeres trans son discriminadas por el hecho de ser personas trans, pero a ellas no se les suma la discriminación por pertenecer a un pueblo indígena.

“No todas las comunidades indígenas aceptan a las personas trans y en general a las personas  de la diversidad sexual como Lesbiana, Gay, Bisexual, Trans, Travesti, Intersexual, Queer y más (LGBTTTI)”, apuntó.

La CNDH también registró que hasta hace tres años, las entidades con mayor prevalencia de discriminación son Ciudad de México, Jalisco, Querétaro, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

A propósito del Día Internacional de la Visibilidad Trans, que se conmemora este 31 de marzo, La Jornada Maya preparó el especial ‘Anhelo de igualdad’, léelo a continuación:

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Edición: Laura Espejo