Opinión
José Juan Cervera
06/07/2025 | Mérida, Yucatán
Tras un decenio de medir fuerzas con dotes propias y circunstancias externas, La Jornada Maya puede enorgullecerse del tiempo transcurrido. Sin complacencias hipócritas ni fórmulas manidas ha mostrado un modo distinto de hacer periodismo en tierras peninsulares, que si bien mucho refleja de la casa matriz que la gestó, moldea también una identidad propia que adopta del medio cultural en que se desenvuelve, con afán de redefinirse cuando sea necesario.
Quien retorne a los números iniciales de este periódico y extienda la vista en sus ediciones subsiguientes advertirá los cambios que ha experimentado, y acaso añore ciertos caracteres recesivos plasmados como testimonio de estados de conciencia de los que brotaron rasgos nuevos y matices vigorosos que atraen el potencial de expresión de realidades apenas esbozadas, porque son más vastas las creaciones del intelecto y de la destreza material que los frutos dudosos de artificios desprovistos de orientaciones éticas, hoy considerados paliativo de aburrimiento y molicie.
La Jornada Maya se distingue de otros medios de prensa ensombrecidos de origen, aún sí cuentan su edad en muchas décadas porque sus rémoras son consustanciales a ellos. Este contraste se acentúa con la sensibilidad que asimila elementos de la cultura que le da nombre en ejercicio de una perspectiva que capta la importancia de la naturaleza y admite el reconocimiento de las minorías, la paridad de género, la defensa de los derechos individuales y colectivos y la salvaguarda de los saberes y de la memoria histórica que son base del humanismo cada vez más asediado por tendencias retorcidas y letales.
Una apuesta de este talante incorpora tradiciones lúcidas e impulsos renovadores que corren el riesgo de dispersarse si dejan de reconocerse afines; así se fortalecen comunidades conscientes de su brega cotidiana con prejuicios arraigados en la sordidez de las prácticas imperantes.
Empresas editoriales de esta magnitud acogen fuentes confiables de información así como el equilibrio eficaz de palabra e imagen, el empuje del pensamiento crítico y, en suma, una energía esencial que se recrea en espacios liberados de ataduras añejas, garantes de un orden social que precisa reformas cabales para auspiciar avances ciudadanos.
Lea, del mismo especial por el 10 aniversario:
Edición: Fernando Sierra