de

del

Los Pinos, un paisaje irregular

Historias para tomar el fresco
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

Gigi colgaba su hamaca cerca de la ventana del cuarto de sus papás y de una palmera, para ver la cadena de luces que se formaban en el horizonte y sentir la brisa de la playa, oír el canto de las ranas. Sólo que no era el puerto de Progreso, como le gustaba imaginar, sino el fresco de vivir junto al monte en una colonia que todavía no terminaba de poblarse, y cuyos inquilinos eran también tarántulas y culebras. 

Hace 40 años, la colonia Los Pinos, en el nororiente de la ciudad de Mérida, no colindaba con casi nada. Para tomar un camión, sus pocos vecinos tenían que caminar unos kilómetros hasta Jardines del Norte.

Giselle Acevedo (Gigi) se mudó con su familia cuando era una niña hace 30 años, la misma edad que tiene su hermana menor. Vivían en Granjas y su mamá deseaba una casa más grande para la llegada de su segunda hija. Así que vendieron todo y se fueron al “xix” de Pinos. 

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

Vive en la calle 44 y, cuando ésta era de doble sentido, el ruido de los coches se escuchaba hasta las tres de la mañana. “Cuando la volvieron de un sólo sentido se tranquilizó, pero sí siento que se perdieron algunas cositas”, explica. 

El paisaje que Gigi veía desde su hamaca ya no se parece a las luces del malecón: la vista, desangelada, ahora es un Walmart. “En Campanita sí se da mucho la convivencia. ¿A mí qué me gustaría? Sentir ese ambiente de colonia”, dice. 

Llego a la casa de Silvia Rosas esta tarde fresca de enero y, aunque las hojas del árbol Maculis han terminado de caerse, el paisaje es bonito. Pienso en la fortuna de vivir frente a un parque, de asomar por la ventana de la casa y ver flamboyanes, palmeras y flores. Le digo eso y ella responde que sí “aunque se llena de hojas”, pero sí es.  

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

A lado de su casa vive su hermana Blanca quien se mudó seis años antes a la colonia, hace 43 años, y la razón por la que Silvia vive aquí con su esposo Rolando Metri. Su hija es la amiga de Gigi (su “ich”, había dicho Gigi en entrevista). 

Campanita es un parque donde por más de 30 años se celebró, como en ninguna otra colonia de Mérida, un Halloween. Los vecinos cerraban la calle, decoraban las casas y convertían a alguna de ellas en “la casa embrujada”, había concurso de disfraces y familias enteras que combinaban sus trajes para bailar, pedir dulces, convivir con los vecinos de Pinos. Porque, aunque al principio era un evento pequeño, llegaron a recibir miles de visitantes de todas partes de Mérida.  

Carole Canto se llama la vecina que comenzó la tradición. En la página del evento, actualizada por última vez en el 2019, Carole explica que la idea parte de su infancia en Estados Unidos de donde es originaria. En 1990 sus hijos eran unos bebés y al ver que algunos niños salían a pedir dulces en las casas cercanas, sabía que era necesario un verdadero Halloween. 

“Entonces iniciamos con el vecindario, con 50 niños. Poco a poco la fiesta fue tomando tal popularidad entre los vecinos y amigos que de estos 50 aumentó a 75 (...) ¡y hasta 2 mil personas! Muchas veces llevaba a niños para que me acompañen, a fin de elegir los dulces y buscar la cantidad perfecta entre chocolates, caramelos, chicles y picosos”, escribió ese año para despedirse. 

Desde que se fundó en la administración de Herbé Rodríguez Abraham, quien fue alcalde de Mérida entre 1985 y 1987, la Campanita ha sido el distintivo del parque. Primero era una campanita más pequeña a punto de volar, luego la cambiaron por la actual.

 “En ese parque jugábamos globazos con agua, toda la primaria se juntaba ahí e hicimos muchos recuerdos, el relajo, los amigos. Campanita, con su carita dulce, vio todo eso. Hasta que un día llegamos al parque y vimos la “remodelación”. Dijimos ‘¿Qué le hicieron a Campanita? ¿A quién se le ocurrió cirugiarla?’”, contó Gigi

No he terminado de preguntar si a ellos les gusta la campanita de la fuente, cuando Blanca, Silvia y Rolando responden tajantemente y en coro: No. 

Campanita nos da la espalda. Está sentada en posición de loto, con el cuello volteado hacia otra casa: la mirada de un pez, la nariz respingada como una rinoplastia que salió mal y una sonrisa macabra. Está sucia y ya no tiene pestañas. No sé cómo, pero parece que tiene ojeras labradas en yeso. Aunque la disfrazaban en Halloween, los vecinos coinciden en que no hacía falta nada para que diera miedo.

“El que más se quejaba era el vecino de enfrente, porque la mirada era allá las 24 horas. Sólo vira a ver allá. Aquí me vigila esta campanita, decía el vecino”, explica Rolando mientras todas reímos.

La falta de atención al parque es una preocupación para ellos. Don Rolando dice que el arenero tiene la misma tierra desde que se inauguró. “Tierra, porque no puedo decir que es arena. Y si entras al arenero, te topas con concreto. Es peligroso para los niños que vienen. Nunca la han cambiado”, dice. 

Respondo que se me hizo raro que no hubiera agua en la fuente donde está la Campanita y revira: “¿Te pareció raro? Híjole, se ve que no vienes por aquí”. Silvia agrega que vienen a reparar la bomba, solo dura dos días y se vuelve a echar a perder, no vuelven en seis años y se repite el ciclo.

“El agua se pudre. Es un problema”, dice. “Se vuelve un criadero de moscos”, apunta su hermana Blanca. 

Aunque les gusta mucho vivir en este rincón de Los Pinos, donde los vecinos se organizan para celebrar o para levantar los gajos de árboles después de un huracán, sienten que el parque está abandonado. Comparan la atención que reciben otros parques, a diferencia de éste que sigue siendo emblemático para muchas personas, además de los vecinos.

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

El parque Los Pinos, donde vive Linda Rosado, tiene otro tipo de vida. Ahí están los restaurantes y bares de la zona, sobre todo el Hey Joe! famoso en la ciudad. Linda vive en una de los departamentos y dice que en esa área siempre hay mucho movimiento, también de noche. A diferencia de quienes viven en casas, los departamentos suelen ser habitados por personas más jóvenes que recién se mudan a la colonia. 

“Es una colonia que me gusta mucho porque me gusta el ruido, me da seguridad vivir en un lugar donde hay mucho movimiento”, dice. 

Es un área mucho más comercial que de convivencia vecinal, y quizá esa sea la razón por la que recibe más mantenimiento. Rolando opina que preferiría vivir en una zona más comercial; a diferencia de Blanca, Gigi y su esposa Silvia que anhelan la tranquilidad. Lo cierto es que la colonia tiene ambas cosas, y que todos coinciden en algo:

El Halloween del parque es algo que debería continuar después de la pandemia.

 

Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

 

Y que la nueva Campanita es muy fea.

[email protected]

 

Historias para tomar el fresco es una colaboración semanal de Katia Rejón para La Jornada Maya, lea las entregas anteriores aquí:

-Pedro Infante no murió solo

-Lo que invade El Roble

-Colonia Alemán, el último barrio de Mérida fue hecho por mujeres

-El tianguis de la esperanza

-Los fantasmas de la 42 sur

-Los piratas y la Cortés Sarmiento, la historia de una casamata

-Las conquistas de Francisco de Montejo (1ra y 2da etapa)

-Itzimná, el eterno lugar de la calma

-Melitón Salazar, la colonia en la ciudad de los muertos

-Las iglesias y una colonia llamada Juan Pablo II

-Instrucciones para salir de Las Américas II

- Dos historias intergeneracionales en la colonia Altabrisa

-Recuento de 23 retratos a domicilio

-La colonia México Norte o el Líbano en Mérida

- La belleza contrastada de Vergel

-Los punks que cambiaron la colonia Mulsay

-Un fin de semana en la colonia Madero

 

Edición: Estefanía Cardeña


Lo más reciente

''Tenemos que hacer que la plaza de Kanasín pese'', afirma Erick Arellano

Los Leones lograron en la carretera uno de los mejores arranques de su historia

Antonio Bargas Cicero

''Tenemos que hacer que la plaza de Kanasín pese'', afirma Erick Arellano

OMS alerta escalada del brote de cólera en el mundo

Desde principios de 2023 se han notificado más de 5 mil muertes en 31 países

Prensa Latina

OMS alerta escalada del brote de cólera en el mundo

El voto en el extranjero

Los 40 mil mexicanos bateados por el INE somos una suerte de grano de arena en la playa

Rafael Robles de Benito

El voto en el extranjero

Hacia un nuevo régimen de pensiones

Editorial

La Jornada Maya

Hacia un nuevo régimen de pensiones