de

del

Lo que somos

Especial: Aprendiendo a ser otros
Foto: La Jornada

Juan S. Rivera

En eventos recientes hemos sido testigos de cómo un monumento dedicado a la bandera y a la patria, es el centro de actividades con una fuerte carga simbólica, el izado de una bandera distinta a la establecida como nacional. Un día después otros monumentos en memoria a ilustres personajes de otras épocas son tomados y modificados, actos que hacen saltar a la vista que en varios ámbitos de la sociedad es cuestionada la representación de una identidad local. Lo anterior se da con el escenario de fondo de una contingencia sanitaria que nos mantiene azuzados a lo largo de 365 días y con ellos, ha traído de igual forma, cambios en nuestra forma de percibir nuestro día a día.

A lo largo de la vida en sociedad, los seres humanos han buscado las maneras de mantener la cohesión y la interacción como grupo. Cada época ha traído su carga de ideas y conceptos que dan forma a la interacción de dichas sociedades en su búsqueda de unidad. Con la finalidad de que todo el grupo social se encuentre integrado, el mismo grupo propone en el día a día una serie de símbolos, elementos que ayudan en la práctica de la convivencia, mismos que en gran medida se convierten en objetos materiales específicos en los que se depositan cualidades, que nos hagan reconocernos como parte de ellos. El que un grupo en particular los modifique, determina que existe una falta de identidad o de unidad por parte de dicho grupo.

Los símbolos están a nuestro alrededor y forman parte de nuestro día a día. Se encuentran en espacios públicos y privados, en nuestras mentes, en la forma en la que nos comportamos con quienes nos rodean, son parte de glorietas y monumentos, estatuas y banderas. Los símbolos son parte de la cultura a la que pertenecemos. El que uno de estos símbolos se encuentre en el centro de un acto y ese acto se vuelva el ojo del huracán, sólo habla de que la sociedad está viva, se mueve y los símbolos al igual que las lenguas se mueven y se revitalizan con la continua interacción de los individuos que conforman una sociedad.

De igual manera, a lo largo de 365 días nos hemos vistos comprometidos en los símbolos que nos identifican como individuos en nuestros grupos sociales más íntimos. Rompimos en un momento determinado con nuestro ritual simbólico denominado rutina y nos hemos adentrando a formas nuevas de estar en sociedad. Nos hemos percatado que no estamos preparados ni física, ni mental, ni económicamente como individuos, ya no se hable como sociedad, para mantener largos periodos lejos de nuestra actividad diaria y debemos reconocer que el miedo en gran medida, ha pasado a formar parte consiente de esa rutina. Miedo a enfermar, miedo a no comer, miedo a no tener ingresos, miedo a nosotros mismos.

Me parece que en sus respectivas dimensiones, estamos ante el desapego de los símbolos que nos representan como individuos, como grupos, como sociedad, como nación y como planeta. Algunos de estos desapegos se vienen gestando tiempo atrás y han desembocado anualmente en marchas, izados de banderas, pintas de monumentos, por otro lado se encuentran aquellos causados por un año de pandemia que nos ha traído un mundo de información.

Sin importar de cual se trate, nadie está preparado para ver perder sus símbolos, así como no lo estuvimos para una larga permanencia en aislamiento selectivo. La cultura en ambos casos nos juega en nuestra contra, pues es el recurso de los humanos para la convivencia y la cohesión y si es verdad que estamos ante un cambio, este es de paradigma ante lo que somos como individuos inmersos en sociedad, que y quienes queremos que nos representen en el futuro, cuáles serán los valores que nos permearán para crear nuevos símbolos y nuevas formas de convivir será parte de lo que tengamos que construir. Con ello levar banderas, construir monumentos y poder reconectarnos después de aislarnos será lo que nos toque, sabiendo que ningún símbolo es intocable por más que creamos que nos identifica en quienes somos.

 

Una historia muy personal

En mi juventud realicé exploración de cuevas, pasando largas horas subiendo y bajando túneles, recorrí algunos ríos subterráneos y anduve por serranías desconocidas en medio de plantíos sospechosos. Viví la aventura que supuso la aparición en nuestro país del AH1N1, que nos mandó a “confinar”.

De lo narrado traigo a colación que al menos en dos ámbitos como individuo me podría considerar afortunadamente preparado para vivir repentinamente en las cuatro paredes de mi casa. Sin embargo, y no creo ser el único, verdaderamente no estaba preparado ni emocional, ni mental, mucho menos económicamente para vivir un confinamiento que sólo hemos visto ver cómo se extiende a lo largo de los días que ahora suman 365. En lo personal, he pasado por la hipocondría de no poder respirar por ataques leves de pánico, me ha invadido el miedo de ver morir a mis seres queridos a la distancia, me he involucrado en la vorágine de la información y he visto noticiarios día y noche que me han traído largas noches de insomnio y días de pleno andar zombi, he caído en la necesidad de medir mi oxigenación en sangre y he pasado largos días en depresión con la ventana cerrada y cubierto por mis sábanas protectoras. He visto perder el trabajo a familiares y amigos, he vivido la convalecencia de cercanos y lejanos y me he cuestionado paranoicamente dentro de teorías de la conspiración, he buscado ávidamente en internet nuevas actividades y he procurado nutrir nuevas habilidades. Acudí a los negocios cercanos a mi hogar, compré a los productores amigos y no tan amigos. De todo esto me he descubierto frágil, vulnerable, incapaz y es algo para lo que en definitiva no estaba preparado, no es lo mismo cuando lo haces por voluntad, ya que existe una planeación para ello.

Sin embargo, de cada uno de esos episodios he ido saliendo, quizás un poco más sabio, quizás un poco menos desesperado, quizás con un poco más de conciencia de lo que falta por hacer. Quedándome claro que lo que debo corregir en lo particular es no obviar mi presente y futurizar mi futuro, que en efecto, la plenitud de mi futuro se encuentra en la consagración de mi presente y que lo que en realidad me ayudo a vivir en plenitud mis excursiones comentadas, fue la compañía de los amigos, aquellos locos de aventuras que nos cuidamos y nos contamos, con los que convives con voluntad y agrado.

De modo que lo que queda en adelante, es cuidarme a pesar de los semáforos, sabiendo que lo hago no sólo por mí, sino por todos aquellos que al igual que yo, extrañamos salir libremente, porque la vacuna es sólo el recordatorio de que no existe cura aún y este bicho llegó para quedarse.

[email protected]

 

Este texto forma parte de una edición especial que La Jornada Maya preparó para sus lectores al cumplirse un año de la declaratoria del Covid-19 como pandemia por la Organización Mundial de la Salud.


La cobertura completa la puedes leer a continuación:

-Reflexiones a un año de la declaratoria de la pandemia 

-Hemos tenido siempre como guía priorizar la vida y la salud: Mauricio Vila 

-Restricciones por coronavirus causaron enojo; fueron decisiones difíciles: Aysa 

-Detener actividad turística de QRoo, la decisión más difícil: CJ 

-Campeche, con esperanza de una nueva normalidad ante Covid-19 

-Del 'puente' a una nueva forma de vida 

-Muerte y estrés: paramédico relata experiencias a un año de la pandemia 

-Hospital General de Cancún tuvo que reconvertirse para atender a pacientes Covid 

-Politizar pandemia afectó el manejo de la enfermedad: Guerrero Flores 

-'A un año, todavía existe temor de contagiar a nuestras familias', enfermera 

-Habrá ‘antes y después’ de la pandemia, asegura investigadora clínica 

-La península de Yucatán, a un año del comienzo de la pandemia 

-En 2021 han fallecido 98 trabajadores de Pemex en Campeche 

-Mi egocentrismo y la pandemia 

-Módulo Covid de 'Carmen', único en su tipo en el sureste 

-Tuve miedo cuando di positivo, pero todo salió bien, relata Alejandra Avelar

-A un año de cobertura por tiempo indefinido

-De agendas y años perdidos

-Personal de funerarias debe ser prioridad en vacunación, considera Aracely Adame

-Servicios de exequias aumentaron 30 por ciento en Yucatán, según la ANDF

-Dili Envíos: un proyecto que supo aprovechar la contingencia sanitaria

-Pandemia fue prueba de fuego para microempresarias

-Por pandemia, Yucatán perdió más de 17 mil empleos: Canaco

-Pandemia, cuarentenas y TDAH

-La pandemia eterna

-Pueblos como el mío

-El deporte, trastornado por el virus, se convirtió en un espectáculo muy diferente

-Un año de la pandemia: El virus con más de 2.5 millones de víctimas

-Imágenes y sonidos extraños en los diferentes escenarios deportivos

-Estrategia empresarial de Carmen, referente ante contención de Covid-19 

 

Edición: Laura Espejo


Lo más reciente

Superpeso influirá en el reparto de utilidades a empleados: CCE del Caribe

La actividad económica y turística permite que se cumpla con este pago, confió Eduardo Martínez

Ana Ramírez

Superpeso influirá en el reparto de utilidades a empleados: CCE del Caribe

Ticketmaster pagará 3.4 mdp a usuarios afectados: Conoce los detalles

Consumidores recibirán el costo íntegro del boleto más los cargos por servicio y una bonificación

La Jornada

Ticketmaster pagará 3.4 mdp a usuarios afectados: Conoce los detalles

Artista Mercedes Bautista solicita apoyo de las autoridades de QRoo para resarcir daños a su obra vandalizada

Su instalación 'El altar de las semillas vulva' fue afectada en el Museo de la Isla de Cozumel

Rosario Ruiz Canduriz

Artista Mercedes Bautista solicita apoyo de las autoridades de QRoo para resarcir daños a su obra vandalizada

Ana Paty Peralta propone acciones para reforzar la paz en Benito Juárez

Asegura que implementará un programa educativo en escuelas para prevenir de raíz la delincuencia

La Jornada Maya

Ana Paty Peralta propone acciones para reforzar la paz en Benito Juárez