'A un año, todavía existe temor de contagiar a nuestras familias', enfermera

Especial: Aprendiendo a ser otros

Foto: Wendy Vargas

Itzel Chan

11/03/2021 | Mérida, Yucatán

A un año de que fuera declarada pandemia mundial a causa de coronavirus (Covid-19) el personal médico tiene esperanza en recibir la vacuna que contrarresta el virus, pues de lo contrario, todavía hay quienes sienten temor de contagiar a sus familiares.

“Todavía existe ese temor y angustia de contagiar a nuestras familias, es decir, de ser un medio de transmisión”, indicó Wendy Vargas, enfermera general, supervisora del departamento en una institución privada.

A sus 32 años, nunca imaginó vivir este hecho que de alguna manera es histórico, una pandemia.

Desde hace 10 años ella labora como enfermera y asegura que lo que más le gusta es tener contacto con los seres humanos.

“He aprendido a lo largo de mi carrera que la vida tiene un valor incalculable y que no importa ni el estatus social que las personas tengan porque hay situaciones que no las puedes evitar ni con todo el dinero”, compartió en entrevista.

Ella está casada y aunque no tiene hijas ni hijos, antes de la llegada de Covid-19 a Yucatán, la pareja se preparaba cada fin de semana para ir a la playa, a las plazas, conocer nuevos restaurantes y visitar a sus familiares, pero de repente, un día, todo cambió.

“Una semana antes de que iniciara la pandemia, nosotros habíamos planeado cuatro viajes para el transcurso de 2020, incluso nos fuimos de compras para eso, ya sea maletas, ropa, todo porque lo habíamos organizado. Este era nuestro primer año que habíamos destinado para conocer nuevos lugares”, recordó.

Ella y el personal a su cargo, estaban seguros que el virus llegaría a territorio yucateco tarde o temprano, pero al inicio acordaron tener la mejor actitud llena de optimismo ante las circunstancias.

“Para ello, adquirimos el protocolo de manejo de pacientes Covid-19 que había sido proporcionado por la Secretaría de Salud, empezamos con capacitaciones y a estar informados. Estábamos con optimismo”, reiteró.

Sin embargo, ante la llegada del primer caso a Yucatán, con ello, ingresó también un miedo irracional.

“Estábamos ya frente a un caso en el que no sabíamos qué íbamos a ver, no sabíamos qué nos deparaba como personal de salud. Sentimos miedo, estrés y hubo llanto. La frustración de todo un hospital es inimaginable; el hecho de ver débiles a quienes siempre habían sido fuertes, no dejando de ser profesionales, es impactante”, aseguró.

Wendy desde ese momento se llenó de temor, puesto que al inicio, ella y la mayoría de sus compañeros de trabajo no comían ni bebían con tal de no quitarse el cubrebocas y todo el equipo de protección.

“Al llegar a casa, sentía que yo era Covid-19 andando, me tenía que desnudar para ‘sanitizar’ todo y dejar la ropa afuera de la casa. No quería ni cruzarme con mi mascota y a mi esposo no lo veía hasta que terminara completamente de bañarme”, relató.

Las visitas familiares fueron suspendidas, pues ella quería proteger a los suyos.

A lo largo de este periodo ha presenciado tanto la salida de aquellas personas que triunfan ante la enfermedad y otros casos desafortunados, que ni siquiera tienen el tiempo de despedirse de sus familias, para ellos, como personal médico no les queda más que dar el último adiós, con los protocolos de protección.

“Hemos visto a pacientes que salen como si nada y otros más, que fallecen a los pocos días o a las pocas horas, esto es impactante. Muchas veces me pregunté si vale la pena seguir aquí”, precisó.

Al paso del tiempo, ella estima que han aprendido a vivir con el virus, incluso ya va a visitar a sus familiares cada quince días o a veces pasa mayor tiempo.

“A veces me dicen: quítate el cubrebocas, estás con nosotros, pero yo les digo, que por lo mismo, porque estoy con ellos, quiero protegerlos y no me lo quito para nada”, reiteró.

La convivencia familiar ha cambiado, puesto que mientras todas las personas comen en el comedor, por ejemplo, ella come en la cocina, es decir, procura mantener una sana distancia en todo momento.

La enfermera contó que los meses más fuertes fueron marzo, abril, mayo y junio y de esta fecha hasta agosto, las jornadas se volvieron maratónicas, pues el mismo personal de salud comenzó a enfermar y entonces entre los que quedaban, tenían que cubrir los turnos.

Durante este tiempo, ella ha perdido a dos amigos a causa de Covid-19, pero en el segundo caso, que fue reciente, ella que si las vacunas ya hubiesen sido aplicadas a todo el personal de salud, se hubiese podido evitar.

“Nosotros vivimos al filo de la enfermedad”, aseguró.

Para Wendy, el mayor aprendizaje que obtuvo es la oportunidad que tienen los seres humanos de prevenir las enfermedades y también, el de vivir como si no hubiera mañana.

Ella también enfermó de COVID-19 en su momento, por lo que al dar la entrevista también se confesó sobreviviente.

Este texto forma parte de una edición especial que La Jornada Maya preparó para sus lectores al cumplirse un año de la declaratoria del Covid-19 como pandemia por la Organización Mundial de la Salud.

La cobertura completa la puedes leer a continuación:

-Reflexiones a un año de la declaratoria de la pandemia

-Hemos tenido siempre como guía priorizar la vida y la salud: Mauricio Vila

-Restricciones por coronavirus causaron enojo; fueron decisiones difíciles: Aysa

-Detener actividad turística de QRoo, la decisión más difícil: CJ

-Campeche, con esperanza de una nueva normalidad ante Covid-19

-Del 'puente' a una nueva forma de vida

-Muerte y estrés: paramédico relata experiencias a un año de la pandemia

-Hospital General de Cancún tuvo que reconvertirse para atender a pacientes Covid

-Politizar pandemia afectó el manejo de la enfermedad: Guerrero Flores

-Habrá ‘antes y después’ de la pandemia, asegura investigadora clínica

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