El viejo de monte, en riesgo de extinguirse

Nombre científico: Eira Barbara

Familia: Mustélidos

Alimentación: Omnívoros

Hábitat: Selvas medianas y altas desde el norte de México hasta Argentina y cuevas

Reproducción: La gestación dura 36 o 37 semanas y puede ocurrir en más de una ocasión al año

Tiempo de vida: Hasta 18 años

 

La población de viejo de monte (Eira Barbara) ha disminuido notoriamente, por lo cual ya ha sido catalogada como en peligro de extinción. Esta especie, que a menudo es confundida con otras, vive en las cavernas de esta zona, señaló Sebastián Herrera, técnico ambiental y pasante de la licenciatura de biología, quien durante varios años se ha dedicado a la exploración de cuevas en la península de Yucatán.

Es un miembro de la familia de los mustélidos que puede ser descrito como una mangosta grande o gato alargado con una larga cola y cabeza que tiende a los tonos claros, de castaño claro a rubio, mientras que el resto del cuerpo es color negro. 

“Este animal se encuentra en la categoría de peligro de extinción por diferentes causas, entre ellas la fragmentación de su hábitat, un proceso en el cual un parque de selva o una selva entera grande va siendo atravesada por diferentes construcciones humanas, principalmente la construcción de caminos y carreteras”, destacó el entrevistado.

Al verse desmembrado su hábitat los animales tienen que moverse de un lado a otro para conseguir alimento, reproducirse o buscar un refugio y muchos de ellos cuando cruzan las vialidades son atropellados. Se ha reportado que la causa número uno de la disminución de las poblaciones de viejo de monte es que ya no tienen hábitat y cuando quieren desplazarse los atropellan, evitando así que la especie siga reproduciéndose.

Suele encontrarse en las selvas medianas y altas desde el norte de México hasta Argentina, siendo una especie de amplia distribución, aunque en nuestro país por este efecto de la fragmentación se ha catalogado en peligro de extinción porque sus números han decrecido de una manera exponencial desde que se ha empezado a urbanizar no sólo la península de Yucatán sino toda la nación.

Una característica de esta especie es que es omnívora, como de todo, no es un cazador activo, sino oportunista o carroñero, que se alimenta de presas que otro animal cazó. Su dieta incluye semillas, frutos, restos y la importancia que adquiere en el ecosistema es la distribución de semillas: “él come un fruto, se va a otro lugar, excreta y en esa excreta hay semillas y de allí sale un árbol; eso lo hace en un territorio que puede ocupar 36 kilómetros a la redonda de su lugar de origen”.

El viejo de monte suele tener dos crías por camada y no siempre las dos sobreviven, normalmente sólo lo hace una, por lo que la sucesión poblacional en su caso es menor que en otras especies; eso aunado a la creciente incidencia en el índice de atropellamientos es lo que los tiene en peligro de extinción. La gestación dura 36 o 37 semanas y puede ocurrir en más de una ocasión al año.

“Imagínense un gato grande, alargado, con un vientre y patas extensas, cola larga, con todo el cuerpo negro a excepción de la cabeza que es de un color más claro. Como un hurón pero más grande, de hecho en algunas poblaciones lo conocen como el hurón grande o mayor, por esta similitud”, indicó Sebastián Herrera.

Descartó que este animal sea relevante como objeto de caza, tampoco suele vérsele cerca de asentamientos humanos porque son de naturaleza tímida. Tiende a alejarse de los humanos y las actividades por lo cual ha sido difícil ubicarlo y monitorear su comportamiento. 

“Lo que se sabe de este animal es por medio de los zoológicos que se dedican a reproducirlo y reintroducirlo a su hábitat. Puede vivir hasta 18 años dentro de un zoológico por los cuidados que se les dan, que propician que incluso pueda dar varias camadas. Cuando llega a la edad reproductiva, alrededor del año o dos años (en el caso de las hembras suele ser dos años) no presenta ningún comportamiento agresivo o territorial”, describió el entrevistado.

No suelen ser monógamos, se aparean y se apartan el uno del otro. Las hembras cuidan de las crías y éstas al cumplir los seis meses ya se les considera aptas para cazar, inician con pequeños roedores y frutos y van ampliando su dieta con el paso del tiempo. Son muy versátiles: pueden correr, nadar, trepar, cavar y escalar.

“Mientras más invadamos su hábitat estas especies seguirán disminuyendo porque las actividades humanas muchas veces son de alto impacto, como la hotelería, que aleja a un montón de especies. Incluso los cenotes, al convertirlos en atractivos turísticos nos perdemos de ver especies como estas, que prefieren cuevas más alejadas y solitarias”, de acuerdo con Sebastián Herrera.

Para el viejo de monte, dijo, las cuevas le representan lugares de refugio, donde en su humedad descansan del calor de la selva y duermen sobre los árboles que son muy frescos para ellos. Los monitoreos de Herrera y su equipo han sido principalmente en el suroeste del estado de Yucatán, donde como parte del proyecto Cenoteando han geolocalizado a varias especies que habitan las cuevas.

De julio de 2020 hasta el mes de mayo de 2021 han registrado 64 ubicaciones en 13 comunidades diferentes, catalogando cuevas, cenotes, grutas, pozos o aguadas. Realizaron más de 800 avistamientos, identificando 291 taxones (grupos) diferentes.

 De las 64 ubicaciones, 39 no tienen actividad humana directa, a lo que atribuyen el haber encontrado 19 especies en alguna categoría de la NOM 059. De ellas, 13 se encuentran bajo protección especial, cuatro amenazadas y dos en peligro de extinción: el ocelote y el viejo de monte.

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Edición: Estefanía Cardeña