Pepino de mar, especie incomprendida y depredada en la costa yucateca

Isostichopus badionotus / PEPINO DE MAR 

Tamaño: En promedio 21 centímetros (cm), pero pueden llegar a medir hasta 45 cm 

Peso: De 200 a 500 gramos (gr) 

Alimentación: Micro algas, diatomeas, detrito bentónico y plancton 

Ciclo de vida: De 5 a 10 años 

Grupo: Equinodermo Clase: Holothuroidea 

Hábitat: Desde la zona submareal hasta los 65 metros de profundidad 

Amenazas: Pesca furtiva

El pepino de mar es uno de los organismos más incomprendidos, pues las personas no lo conocen. “La mayoría de la gente no tenía idea de su existencia antes de que comience su captura; e incluso los mismos pescadores desconocían su valor, así que no lo molestaban”, compartió el investigador Miguel Olvera Novoa.

Desde puntos de vista tanto ecológicos como económicos, el pepino de mar del Caribe (Isostichopus badionotus) es una especie de suma importancia, en especial para la salud del medioambiente, ya que se encarga de la limpieza del fondo del mar.

“No es el único organismo que hace esa función, pero su actividad biológica es relevante ya que, al remover el fondo del mar, consume la materia orgánica depositada por animales que mueren y se descomponen; e incluso sus excretas, las reciclan”, comentó el académico, miembro del departamento de Recursos del Mar del Cinvestav Mérida. 

Con esta actividad, dijo, los pepinos de mar mantienen el fondo oxigenado y con la calidad apropiada para el desarrollo adecuado de otros organismos como la langosta o el pulpo, que también se asocian al fondo marítimo y se benefician de esta especie.

Además, este animal regresa los nutrientes que caían al fondo de esta materia orgánica de manera que los pone a disposición de la columna de agua para que otras especies como el fitoplancton y las algas lo reutilicen.

“Son parte del ciclo biogeoquímico de un ecosistema. Se encargan de mantener este reciclado de nutrientes, lo que los convierte en un organismo con gran valor desde el punto de vista ecológico que generalmente no es percibido”, abundó.

Más de mil especies 

En el mundo existe gran variedad de especies de holoturias –clase a la que pertenecen los pepinos de mar–, más de mil. En Yucatán, expuso Miguel Olvera, pueden encontrarse ocho aproximadamente; y son organismos bentónicos, es decir, que habitan el fondo del mar.

Algunos de ellos pasan gran parte de su vida enterrados para protegerse y otros permanecen sobre la superficie. En el caso de los primeros, contribuyen a remover el fondo de mar y pueden encontrarse prácticamente a cualquier profundidad.

“Son organismos cosmopolitas. Se encuentran en todos los lugares, en todos los sistemas y en todas las temperaturas”, sentenció el biólogo.

En cuanto a su período de reproducción, el Dr. Olvera comentó que puede variar según la especie. En el caso de las que habitan Yucatán, algunas de ellas se reproducen en época de primavera, a finales del invierno.

La especie Isostichopus badionotus –también conocida como ballenato– suele reproducirse en el verano y puede encontrarse a profundidades que oscilan los cinco y 50 metros.

Riesgo por sobrexplotación 

La mayoría de las especies de pepinos de mar a nivel mundial están sobreexplotadas e incluso algunas de ellas en riesgo de extinción, por eso están reguladas. En México, recalcó, la primera pesquería de pepino de mar se dio en Baja California.

“Esa especie de pepino entro incluso en la Lista Roja de las especies de peligro de extinción, por lo que su pesquería ha estado cerrada desde hace décadas”.

Sobre las especies locales, el investigador apuntó que no están precisamente en peligro de extinción, sin embargo, el ballenato está en serio riesgo a razón de su sobreexplotación. Este año, lamentó, no se han encontrado reproductores adultos en las zonas donde solían avistarse.

“Esto se asocia a la fuerte presión pesquera que ha habido. En los últimos dos años únicamente ha habido pesca furtiva e ilegal, pues no se han dado permisos de captura desde el 2018; no obstante, las poblaciones están seriamente dañadas”.

El experto advirtió que, sí se hiciera un estudio a profundidad, no sería remota la posibilidad de que el pepino de mar del Caribe se declarara como una especie en riesgo; o se manejara como una en peligro de extinguirse.

Pesca furtiva 

Desde el punto de vista comercial, opinó, pasará mucho tiempo para que la pesquería sea rentable nuevamente. Lo anterior, lo atribuye al furtivismo que se acentuó, sobre todo, durante la contingencia sanitaria.

“Cuando supuestamente todo el mundo estaba encerrado en su casa, hubo una pesca excesiva de este organismo; y no sabemos ni a dónde se está yendo, ya que, al no ser legal, no hay guías de pesca ni permisos de exportación, pero organismos en el mar no hay”, condenó.

Antes de la veda permanente instaurada en el 2018, la captura del pepino de mar, consideró el Dr. Olvera, era sustentable al ser regulada. Se otorgaban permisos de captura con una cuota establecida y un período de tiempo de dos semanas aproximadamente.

Instituciones como el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca) y el Centro Regional de Investigación Pesquera (Crip) de Yucalpetén establecen cuotas de captura en función de estudios que arrojan la cantidad factible de extracción sin afectar a las poblaciones y así, estas puedan reproducirse.

“Fuera de la época de captura, hay una suerte de pesca ilícita que es la preocupante, pues las poblaciones han sido diezmadas y por esto, no hay organismos para que la pesquería pueda abrirse nuevamente en un corto plazo”, precisó. 

Sin amor por el pepino 

Con la paulatina depredación del pepino de mar en Yucatán, las primeras consecuencias que podrían percibirse serían de tipo social, mencionó, ya que las comunidades pesqueras la habían convertido en una actividad que anualmente les procuraba una importante fuente de ingresos.

“Por otro lado, al no haber pesca, vemos que muchos de los pescadores furtivos que operan actualmente no son de aquí. Con la pesquería vinieron varios pescadores de otros estados, que no tienen el amor por ese recurso del que dependen los yucatecos”, agregó. 

Estos últimos, aseguró, son conscientes del cuidado que deben de tener con especies como el pulpo y la langosta y respetan las épocas de veda para que haya suficiente recurso en la próxima temporada y puedan poner el pan sobre la mesa.

En cambio, el pescador furtivo, añadió, no está arraigado y no le importa si mañana no va a haber suficiente para todos. Ellos son los que se dedican a este tipo de actividades ilícitas, acarreando afectaciones económicas en las comunidades. 

“Habría que hacer estudios pasa conocer si la reducción de poblaciones de pepino de mar tendría alguna afectación en especies como el pulpo. Para esto son necesarios monitoreos continuos a largo plazo”, explicó.

Genuina preocupación

El Dr. Olvera Novoa destacó que hay comunidades en el oriente del estado -cerca de Río Lagartos y San Felipe- en donde existe una genuina preocupación por el cuidado del pepino de mar; y son ellos mismos quienes mantienen vigilancia en la costa a fin de evitar el furtivismo. 

“Tenemos una costa muy larga y la tendríamos que tener prácticamente llena de patrullas oceánicas para cuidar el mar, lo que es imposible. Entonces debe haber una corresponsabilidad para que las mismas comunidades se comprometan a vigilar el recurso”.

Desafortunadamente, señaló, así como hay pescadores furtivos, hay comerciantes que los fomentan. Si no hubiera alguien que comprara el pepino de mar, tampoco existiría la pesca furtiva. Es un entramado complejo.

A últimas fechas se han visto campañas de concientización por parte del Inapesca cuyo fin es que las personas visibilicen la necesidad de cuidar a esta especie y, aún se guarde la esperanza de reabrir la pesquería en un futuro cercano.

Proyecto de repoblación 

Desde el Cinvestav, Miguel Olvera ha desarrollado un proyecto de repoblación orientado al desarrollo de tecnología para su cultivo, a partir de implementar una opción económica de cultivo controlado y con esto, que la gente no tenga que salir a pescar.

Por otro lado, también buscan tener la capacidad de producir crías o juveniles que podrían utilizarse para repoblar zonas que han sido sobreexplotadas. Su equipo ha avanzado en el paquete tecnológico y actualmente ingresarán a la etapa de evaluación de opciones de cultivo.

“El pepino de mar, al igual que cualquier otra especie de nuestras costas es un organismo que tiene una función en el ecosistema; y además brinda un beneficio económico a los pescadores de la región”, concluyó.

Exhortó a la sociedad a percibir esta especie como una que debe trascender; y así, darles la oportunidad a las futuras generaciones de tener acceso a este recurso, lo que sólo se logrará en medida del respeto que se le tenga.

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Edición: Ana Ordaz